Vosotros ojos afortunados, fuera lo que fuese lo que visteis, fue, sin embargo, tan hermoso!.
Fausto II, Goethe.
Pablo
Hay que ser un artista para encontrar un tema a representar en el patio de atrás de una casa, en las macetas de barro ubicadas en un pasillo o en una serie de tarritos alineados en la ventana. Los que no somos artistas no vemos poesía en esa realidad hasta que ella ha sido pintada: muchas veces lo cotidiano nos es indiferente. ¿Qué sentido tendría, por ejemplo, reparar en los grosores y alturas de botellas con pequeñas plantas que se esfuerzan por crecer? Nada en ese entorno llama a simple vista la atención, y sin embargo la realidad la pintura convierte a la imagen en un misterio a resolver. En el antepecho de la ventana es posible un mundo, un mundo en el que la pincelada certera descarga su luz, hiriendo al vidrio tanto como una granada que estalla en Afganistán. Toques cortos e inquietos iluminan las botellas o hunden los bordes en la sombra, provocando un juego donde al claroscuro le gana siempre la sensibilidad. Allí están esos trazos alargados en el alfeizar de la ventana, dibujando un plano horizontal y está también la proyección de su sombra en paralelo, guardando el rebote que recibe de la luz. Nos asomamos a la pintura como nos inclinamos por la ventana, buscando la emoción de su altura o la oportunidad de volver a respirar.
Paula
Extraña actitud la de formarse como médica para después elegir comprender la realidad desde la plástica. Tratar la tela como a un paciente en busca de la evidencia que revele arte o una enfermedad. ¿De qué color verá Paula al neumococo, si su mundo interior estalla de luz? Mientras la ciencia tranquiliza, el arte perturba expresaba el pintor francés Georges Braque.
Paula solo puede pintar seres queridos, sean ellos personas, gatos, flores o pájaros. Todo queda envuelto en una atmósfera en donde el color se distribuye en torno a la imagen central, como una membrana que circunda al núcleo de la célula. Así están “Cati y Ana” en sus diferentes versiones. La imagen es una estructura incólume donde prevalece el claroscuro y en derredor las pinceladas se sueltan hasta un punto donde el color las envuelve como una mandorla. Muchas figuras están de frente sosteniendo la mirada del espectador, otras, posan de costado en absoluta intimidad. Estas actitudes confirman que lo que se ve es la obra de una artista y no la mera copia de un parecido. Cuando miramos una obra sin conocer a la persona retratada no buscamos descubrir lo semejante que hay en ella, sino el impacto de imaginar que le sucedió y como puede seguir esa vida de aquí en más.
La personalidad de Paula está en el azul y el rojo y el naranja y sentada y recostada y se unifica en las CatiAnaElisaDamianitaVikiTamaraCecchi.
Las pinturas de Paula y Pablo se nutren de imágenes cotidianas, objetos, amigos y familiares que no solicitan nada al momento de posar y tampoco requieren estipendio alguno para ser mirados. Se trata de un contrato mágico con el que mira, escrito con los elementos plásticos de la pintura. Allí los artistas firman haber interpretado con naturalidad la inmediatez de las escenas yal mismo tiempo celebrar para siempre la memoria de su paso por la vida.
Julio Sapollnik
Lic. en Historia del Arte, Master en Cultura Argentina, Becado por Fulbright Comission en el Museum of Modern Art, New York. Jurado en importantes premios. Fue Director del Palais de Glace y Curador de Exposiciones Especiales en la Biblioteca Nacional. Ex crítico de arte en el diario Clarín y Página 12 y en el periódico “Arte al Día” de Buenos Aires. Colabora con la revista “Arte al Límite” de Chile, las publicaciones de Ediciones Institucionales y la muestra Expo-artistas 10. Conduce el programa “Cultura al Día” en Canal Metro.